El señor Zammit, un inglés de 42 años, anda empleándose en cuerpo y alma en enseñar a volar a una garza huérfana que perdió a su madre nada más nacer por culpa de una terrible tormenta. El hombre recogió al recién nacido de su nido llevándoselo a un parque natural en Cornwall. Allí, se aseguró de que la frágil ave sobreviviese, procurándola todo el calor que necesitaba y alimentándola a base de pequeños peces.
Tras unos meses en los que la criatura estuvo recobrando fuerzas llegó la tarea más complicada, enseñarla a volar, algo destinado por naturaleza a sus progenitores. Así, llevando comida para que la garza lo siguiese...: "empezaba a correr detrás de mí, en busca de alimento, eso le reforzó las patas. Luego empecé a agitar los brazos como un pájaro y pronto me comenzó a imitar, hasta que por fin despegó”. Aunque todavía no vuela muy alto y es más que probable que jamás sea liberada, la pequeña garza ha demostrado ser un ejemplo de superación y sacrificio animal con la ayuda de este buen señor. “Cuando la veo revoloteando alrededor de los edificios del parque me emociono”, comenta Zammit.
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