Mary G, un delfín del acuario de Riccione, en Italia, podría morir de tristeza tras el fallecimiento de su cuidadora, Tamara Monti, asesinada brutalmente por un vecino al cual le molestaban mucho los ladridos de su perro.
Tras dos semanas después del suceso, el delfín vomita todo lo que come y ha adelgazado 50 kilos en dos semanas. Su cuidadora era más que una simple trabajadora del acuario, ya que fue ella quien salvó la vida a este ejemplar de Grampus griseus encallado en el puerto de Ancona en el que falleció su madre convirtiéndose así en una especie de "madre sustituta".
Cuando Mary G. llegó al acuario, Monti la cuidó junto a su novio, también instructor, hasta el día de su muerte, haciendo revivir al delfín y mejorando su salud.
Ahora, Mary G. vive una larga agonía y no come ni su ración diaria de leche y calamares. Además, ha comenzado a padecer una peligrosa infección estomacal y tiene complicaciones nerviosas.
Los responsables del acuario y de organizaciones ecologistas han mostrado su preocupación por el estado del cetáceo, que si no recupera las ganas de vivir, seguirá los pasos de su cuidadora.
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